Ese animal con injustificada fama de solitario, independiente e incluso arisco, el gato doméstico, es en realidad un sibarita en el más amplio de los conceptos: le encanta consumir el mejor alimento, descansar en los lugares más privilegiados y con mejores vistas, y disfrutar durante el mayor tiempo posible de todo tipo de juegos, en solitario o en la compañía de algún otro ser vivo que se preste a acompañarle.
El juego acompaña al felino desde su mas temprana edad, los pequeños felinos, desde el momento en que empiezan a despuntar sus capacidades orgánicas, les da uso, y una de las principales funciones para las que despliegan sus incipientes habilidades corporales es para desarrollar todo tipo de juegos.
Mediante el juego no solo se entretienen, interaccionan con otros seres vivos… el juego de los pequeños felinos es una escuela de formación continuada en la que se imparten temas tan importantes como la caza, la defensa… y algo de gran relevancia: mientras desarrollan esta lúdica actividad, aparte de los aprendizajes comentados, con el juego consiguen adquirir el desarrollo completo de todas las estructuras que forman parte de su anatomía, con principal relevancia en lo que refiere a su sistema nervioso (cerebro, conexiones nerviosas…)
Mediante las multiples variables de juego que más adelante comentaremos, el pequeño felino consigue ajustar a la perfección todas aquellas capacidades innatas que pasan de generación en generación, capacidades como las que aportan los órganos de los sentidos del animal; mediante el juego se consigue poner a punto cada uno de los organos que permiten la interacción del animal con el mundo exterior, y lo más importante: permite la perfecta coordinación entre ellos y con el resto de estructuras orgánicas.
Este desarrollo en las primeras etapas de la vida del animal permite que un gato de casa pueda disponer de las mismas capacidades que un felino de vida en el exterior, otra cosa es que no llegue a necesitarlas por el desvelo de sus humanos para proporcionarles lo que necesitan.
Y el juego tiene también otro fundamental aspecto: la socialización. Cuando un pequeño gato juega con sus hermanos de camada, con su madre, con los humanos que deciden incorporarlo a su hogar, con otras mascotas que vivan en el mismo entorno, esteremos asegurandonos un comportamiento ausente de problemas de relación social, algo que suele dar al traste en muchas relaciones humano-felino, cuando la socialización no ha sido correcta.
Está claro que existen multitud de bondades en el juego de los pequeños gatos… pero ¿cuál es la razón por la que un gato adulto, tenga la edad que tenga, no deja nunca de prestar interés por el juego?
Los gatos suelen realizar sus actividades por dos razones: por necesidad o por apetencia; está apetencia, interés por algo, difiere meridianamente del interés de los perros: el cánido familiar puede “subrogar” su interés a los intereses del humano, “hacernos caso” en definitiva, algo que en el caso del gato es mucho más complejo, no imposible, pero no es sencillo. El felino hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere.
Los gatos adultos siguen jugando como una manifestación de una “eterna infancia”, un comportamiento que saben que agrada a los humanos con los que conviven, una forma de seguir haciendo ejercicio, divirtiendose… y de propina, haciendo felices a los humanos y por tanto más accesibles para conseguir lo que un felino desea. El humano disfruta de ese “eterno cachorro” con una casi absoluta dependencia, un felino que, aún no necesitando cazar gracias a un comedero siempre con alimento a disposición, cazará todo aquello que se ponga a tiro de sus bigotes para compartir la presa con su humano, eso sí, tras unos momentos de derroche de emoción, diversión y liberación de adrenalina.
Un gato que vive en el interior de un hogar despliega mucho tiempo en el juego, un tiempo que no tiene que emplear, como los gatos de exterior, en interaccionar con otros seres vivos (positiva o negativamente), resguardarse de peligros, obtener alimento… y juega para pasarlo bien, para disfrutar de sus entornos y, algo muy importante, para mantener siempre a punto sus inigualables carácteristicas de felino.
El juego es algo tipico de los mamiferos, y es algo que se produce cuando el resto de necesidades del animal están cubiertas: un gato no se pone a jugar si vive en el exterior y tiene que conseguir a una presa para alimentarse… eso sí, cuando den buena cuenta de su ración de alimento obtenido tras un considerable esfuerzo, lo más posible es que si dedique un tiempo al esparcimiento. Un felino juega cuando sus necesidades principales (alimenticia, territorial, reproductiva…) están cubiertas, cuando ninguna otra cosa puede impedirles disfrutar a tope de su momento de esparcimiento; por esto la gran mayoría de especialistas en comportamiento felino asocian el juego al bienestar del animal.
Si tenemos en cuenta que un gato normal, sano, puede descansar placidamente hasta ¡¡20 horas al día!!, es lógico pensar que el juego no es solo necesario, es IMPRESCINDIBLE para su estabilidad física y conductual; por ello, si intentamos concretar los beneficios del juego felino en unos puntos principales, esta sería la clasificación:
- EJERCICIO-SALUD: el ejercicio es vital para conseguir un correcto estado sanitario; el juego va de la mano del ejercicio y el ejercicio de la salud.
- “ANSIOLÍTICO”: a pesar de que un felino dentro del hogar pueda disponer de TODO lo que consideramos que necesita, pueden existir fallos en determinados puntos que generen en el animal diversos grados de estrés/ansiedad. Muchos gatos con este tipo de problema se pasan demasiado tiempo acicalandose (lamiendose), lo que puede llegar a producirles lesiones en la piel; y la otra forma de combator estos inadecuados estados de salud es el ejercicio, por lo que siempre deberemos fomentar que nuestro felino amigo tenga sus momentos de esparcimiento a lo largo del día.
- ESTIMULACIÓN: un gato sano requiere estímulos de forma contínua, la ausencia de ellos provocará alteraciones del comportamiento de diverso grado; si no le ofrecemos la posibilidad de encontrar estimulos será el porpio animal el que los busque… y puede que no nos agrade: persecución y “caza” de nuestros pies y manos (con las consiguientes lesiones…)
- BIENESTAR: para un felino su juego es tan benefisioso como podría ser para nosotros la placida lectura de un libro, la visualización de una película, un buen paseo por el campo, o unas horas en el gimnasio. Ya lo hemos comentado: el juego proporciona bienestar.
¿QUÉ JUEGOS?
Todos aquellos que conviven con un felino saben que su juego preferido es el acecho, la persecución y la “caza” de aquello que consideren, sea real o ficticio.
El felino dispone de una “creatividad” inagotable en lo que refiere a la elección de su “victima”… es por ello que si no disponen de estimulos suficientes (juegos y juguetes interactivos u otros compañeros), pueden acabar tomando diversas partes de nuestro organismo como la diana de sus maquinaciones.
Para evitar estos comportamientos predatorios hacia el humano, algo que muchos confunden con agresividad del animal, debemos aportar lo más adecuado para una deseable convivencia y un oportuno juego:
- DENTRO DE CASA: en la actualidad disponemos, en las tiendas especializadas y en las clínicas veterinarias, de juegos exclusivamente pensados para cubrir las necesidades de cualquier felino: objetos móviles, objetos atados a cordeles en todo tipo de tamaños, colores, con o sin catnip… juguetes que pueden requerir o no de nuestra presencia; es justo decir que el felino gusta más de que participemos en sus momentos de esparcimiento, por lo que en esa inagotable lista de objetos lúdicos, debemos escoger alguno que requiera de nuestra participación.
También disfrutan con los diversos tipos de torres, estructuras en los que no solo marcan con el rascado de sus uñas; estas estructuras permiten que el animal adopte alturas diversas para controlar su territorio, y en el caso de varios felinos juntos, es otro aliciente para la persecución en condiciones de mayor dificultad. No olvidemos que los felinos en los entornos naturales pasan largos períodos en las alturas de los árboles o diversas estructuras naturales que puedan encontrar en su territorio.
Si queremos que el disfrute de estos elementos verticales sea máximo, coloquemoslos al lado de una ventana: será su puesto de control para todo aquello que suceda dentro y fuera del hogar.
- FUERA DE CASA: Los animales que salen al exterior del hogar (no los que viven en libertad) pueden encontrarse con suficientes alicientes con los que jugar… pero son muchos los propietarios que ven en estas salidas al exterior un excesivo riesgo; para ellos existen unas estructuras con mallas (tipo tienda de campaña de diversas formas y tamaños) para permitir que el animal este fuera del hogar pero en un entorno controlado y seguro.
Es una opción a tener en cuenta por los siguientes riesgos:
. Exposición directa a un gran número de patologías, peleas, gestaciones no deseadas…
. Los gatos que salen de forma habitual al exterior del hogar pueden sufrir accidentes graves por su contacto con vehículos.
. y por último: no todo el mundo quiere a los animales… los gatos en el exterior pueden ser la diana de las irracionalidades más aberrantes de los presuntos racionales.